Ir al contenido
Universidad de Chile

Prof. Carlos Flores, director de la Carrera de Cine y Televisión

"Creo que si hay un lugar donde instalar una cinematografía potente en Chile es aquí"

"Si hay un lugar donde instalar una cinematografía potente, es aquí"

El director de la Carrera de Cine y Televisión habla de este proceso de incorporación a la Universidad de Chile y de sus expectativas puestas sobre esta nueva etapa en su labor académica.

Aunque sus inicios en el cine no despertaron tan tempranamente, el profesor Carlos Flores ha logrado consolidar una carrera en distintas facetas de la realización cinematográfica, en donde ha participado incluso como actor.       
         
En 1970 comenzó a trabajar en la realización cinematográfica, entregando su primera película "Descomedidos y Chascones" bajo el alero del Departamento de Cine de la Universidad de Chile, en 1972. De ahí para adelante continuó su labor documental realizando la película "El Charles Bronson chileno (o idénticamente igual)", "Pepe Donoso", "El Estado soy Yo", entre otras. Hasta el año 2009 se desempeñó como director académico de la Escuela de Cine de Chile.

- ¿Cómo parte su interés por el cine?

Mi partida en el cine es bien rara porque yo era estudiante de veterinaria y cuando terminé trabajé como veterinario. Esta vocación por la veterinaria nació porque me crié en una provincia agrícola lejana a la metrópolis. En Curicó nunca vi teatro, ni grandes películas, ni tuve profesores que me hablaran de arte, sin embargo compartí con un vecino veterinario que vivía al lado de mi casa, razón por la que me fui a Valdivia a estudiar eso. Mi vinculación con el arte se inicia allá gracias a que los veterinarios nos juntábamos mucho con los estudiantes literatura y música. Ahí empecé a vincularme con la poesía, las artes y el teatro -que vi por primera vez en Valdivia a los 23 años-. Vi una obra de teatro que me enloqueció y ahí me metí al grupo de teatro aficionados de la universidad y luego al grupo de cine que era una cosa muy incipiente. Cuando terminé la carrera, vine a estudiar teatro a Santiago en la Universidad Católica y justo, al segundo año, se creó la Escuela de Artes de la Comunicación. Ahí apareció el cine pero en mi caso "se me apareció" porque no tenía idea de qué se trataba ni qué era. Esa es una particularidad del cine: es atractivo aunque uno sepa o no sepa en que consiste hacerlo.

- ¿Cuántos años tenía cuando empezó en el cine?

Debo haber tenido unos 24 años. Sin saber mucho pero también intuyendo mucho, me puse a pensar en cambiarme de la Escuela de Teatro a la Escuela de Cine, presionado también por cuestiones de orden político de la época. Estamos hablando del año 69, 70, donde la problemática del estudiante de artes era cómo vincular su trabajo con lo social. Entonces, ahí el cine aparece como un mecanismo más eficiente políticamente -aunque creo que finalmente los niveles de eficiencia tienen que ver con otras cosas-, pero en ese tiempo nosotros buscábamos la masividad.  Ahí el cine se me aparecía como una opción más práctica, como una manera más eficiente de llegar a más gente.

- Usted ha participado, además de como director y productor, como actor en algunas obras...

Mi primera opción era ser actor, pero en la Escuela de Teatro me encontré con que no era un actor muy notable y que la actuación tenía limitaciones. Lo que ocurre es que yo era un actor muy intelectual, los profesores me decían "tú piensas y reflexionas mucho". A mi me pareció curioso que en una actividad artística la reflexión fuera un factor negativo, pero en ese momento era mal visto en la enseñanza del teatro. Ahí me fui acercando más al cine pero siempre la actuación ha sido un elemento que me fascina.

- ¿Qué fue lo que lo motivó a integrarse al ICEI?

Varias cosas. Primero la necesidad de huir de esa corriente oscurantista y antireflexiva que te mencionaba antes, que es una tendencia atroz en Chile. Además, creo que si hay un lugar en el cual poder instalar una cinematografía potente en Chile, es aquí. Eso se señala con mucha claridad al comparar el número de postulantes a la carrera de cine de ICEI y otras escuelas. En general mientras otros luchan por conseguir 20 o 25 estudiantes acá hay 56 en primer año, todos sobre 650 puntos. Creo que aquí hay un potencial gigantesco, y ese sería el mensaje esencial: tener conciencia de que estamos trabajando, pensando, formando y formándonos en un lugar desde dónde podemos hacer grandes cosas con respecto al cine.

- Antes de asumir la dirección, ¿qué impresión tenía de la Carrera de Cine y Televisión?

Tenía la impresión que tiene mucha gente, que es una carrera muy teórica, muy vinculada al tema de la comunicación y lo social y que los estudiantes son extremadamente reflexivos -que era más o menos la crítica que me hacían a mí cuando era estudiante de teatro. He leído los documentos teóricos que hay de la Carrera y me resultó sorprendente su alto nivel de calidad y el modo cómo se instala la producción de cine, el trabajo de arte, en un punto que a mi me parece muy inteligente y real: entender que el fenómeno de la producción audiovisual es muchísimo más amplio que la realización audiovisual de películas de ficción.

- ¿Qué lugar le otorga a esta carrera en el contexto nacional?

El lugar desde donde se puede entender el fenómeno en su dimensión completa, es una universidad del Estado en tanto que permite hacer la carrera en cinco años y tener la cantidad de ramos y de profesores adecuada. Una universidad o escuela privada, como la que yo dirigía hace poco, no puede hacer eso porque está determinada por problemas financieros muy concretos. Por ejemplo en la Escuela de Cine de Chile lo que hacíamos, y muy bien, era formar realizadores cinematográficos del cine de ficción, pero creo que ese es un campo muy reducido que tarde o temprano va a iniciar un declive. En cambio el modelo que se está empleando acá le va a dar más respaldo al estudiante para lo que va a pasar en las comunicaciones del futuro.

- Y ahora que ya es parte de la comunidad del ICEI, ¿Qué aportes espera hacer a la carrera?

Creo que mi aporte es mi experiencia en una escuela privada, con todas sus falencias en materia de reflexión y sus virtudes como: cierta rapidez, un espíritu de búsqueda y el pragmatismo. Entiendo y quiero integrar ambas cosas acá: reflexión y producción. Yo vengo de una escuela que podríamos metaforizar como una bicicleta: se sube arriba de la vereda y te la puedes echar al hombro; mientras que esta carrera es como un tanque: mas lenta, pero también más poderosa e indestructible. Hay que ver cuáles son las virtudes del tanque y cuáles los aportes que la bicicleta puede ofrecer.

- ¿Cómo ha sido su experiencia durante estas semanas en el ICEI?

Me encontrado con mucho diálogo, mucha preocupación social. Resulta estimulante encontrarse con la reflexión por parte de los alumnos también. Alumnos con conciencia social, con vocación de futuro, con preocupación por sus pares, con el mundo que los rodea.